viernes, 18 de junio de 2010

La lesión cerebral de Maquiavelo

Por Ricardo León Caraveo
La neurociencia estudia con bases neurobiológicas las emociones, la racionalización y conducta de los seres humanos, de esta forma ha logrado determinarse que los juicios morales tiene una ubicación en el cerebro (córtex prefrontal ventromedial, considerado anatómicamente como uno de los nodos centrales de la red emocional del cerebro).

Existe una base neurobiológica de la moralidad conocida como neuroética (Andrea Slachevsky). Concretamente la Resonancia Magnética aporta elementos sobre la capacidad o incapacidad de un ser humano para concretar actos morales. Debiendo distinguir diferencias entre razonar correctamente y conductas morales correctas.
Las investigaciones han aportado que los incapaces morales neurobiológicos, pueden racionalizar juicios morales correctos, pero son incapaces de generar la conducta moral correcta porque existe lesión cerebral. Las ciencias sociales normativas tienen hoy un extraordinario elemento para la construcción social de la clase dirigente.
La neurociencia permite determinar si una persona es en la práctica capaz de conductas morales, debiendo integrar en esa perspectiva los elementos del contexto cultural.Las conductas corruptas son consecuencia de una lesión cerebral, incluso es medible la capacidad social de las personas y de igual forma determinable la capacidad empática social con las variantes interpersonal e intrapersonal.
Los perfiles intelectuales, académicamente sobresalientes y las capacidades retóricas no son –en la dimensión neurobiológica- garantía de honestidad intelectual y moral. Se puede ser convincente y tener conocimiento pero no verás y humanista.
La neurociencia parece un paliativo para depurar a la clase política corrupta y corruptora que tanto daño ha ocasionado. Imaginemos acostados en la cama de un poderoso aparato de resonancia magnética con un cuestionario de juicios morales alternos a personajes como Roberto Madrazo Pintado, José López Portillo, Luis Echeverría o Miguel de la Madrid sosteniendo tesis como democracia, honestidad, cambio social responsable y moralidad respectivamente. ¿Tendrán lesión cerebral?
La neurociencia considera que los seguidores de Maquiavelo practicantes de la conceptualización de esa “forma” de ejercicio del poder público son personas con lesiones cerebrales debido a la despersonalización que el político construye en su ascenso al poder. El maquiavélico se deshumaniza, deja de tener contacto con sus emociones elementales, autoimponiéndose la no empatía social y la sustituye por la manipulación artera. La frase: “En política ni amores ni odios” es en la cultura mexicana el sustento/justificación de la conducta.
La neurociencia está siendo investigada en países como Estados Unidos, Chile, España y Portugal, por los científicos Antonio Damasio, Atahualpa Fernández, Francisco Varela (q.e.p.d.), Andrea Slachevsky, Jaime R. Silva, María Luisa Prenafeta, Fernando Novoa, y Daniel Goleman entre muchos otros. En el caso de México y Tabasco urgen espacios de investigación que puede ser un correctivo social por ejemplo en el diseño de Políticas Públicas.
La redefinición ontológica y filosófica de la norma jurídica con base experimental aportaría diagnósticos para el diseño normativo. La precariedad moral de los parlamentarios mexicanos puede ser disminuida por la determinación de la incapacidad neuroética que al ser una lesión cerebral hace aplicable el supuesto y principio de la “capacidad jurídica”.
Imaginemos establecer como requisitos de procedibilidad en la designación de cargos públicos la determinación de la capacidad neurobiológica, por estar vinculada a la toma de decisiones, aptitud de juicios morales o sentido político y además por la predictibilidad de la “lesión cerebral”. Políticos y administradores que además de racionalizar correctamente tengan la capacidad conductual de hacerlo.
La neurociencia aporta el diagnóstico pero simultáneamente establece la posibilidad de correctivos instrumentados en la psicología que permiten reeducar el cerebro desapareciendo la imposibilidad conductual. La corrupción es un mal corregible como el alcoholismo, la neurosis, la depresión, agresividad y otro tanto de problemas de la personalidad. ¿Es la corrupción una lesión cerebral curable? De ser correcto lo que dicen los investigadores tenemos esperanza.

jueves, 3 de junio de 2010

ANALFABETAS SOCIALES

Por Ricardo León Caraveo

En ocasiones me pregunto ¿por qué no pueden tener acuerdos en Tabasco los integrantes de la clase política? Hay discursos descalificando, corrupción tolerada, capacidad de ofensa, ego-defensa, verbalización al estilo “Cantinflas” y quienes desean la “prueba del diablo” (la prueba de la prueba SCJN/ius) para acreditar la buena disposición del adversario. Estamos inmersos en los “recursos del diablo”, consistente en suponer al adversario capaz de todo para destruir. En oposición a lo anterior, abanderan la agresión, la calumnia, el insulto y la ironía. La actitud política es dudar, sin ser racional, como sí la “duda” en si misma encarnara la veracidad. Hay dudas que proviene de la razón y otras de la emoción, la primera es objetiva y la segunda es una “emoción destructiva”.

¿Cuál es la congruencia al señalar la corrupción del poder público cuando en la historia de las instituciones políticas a las que pertenecen la han encubierto? ¿Cómo decir estoy de lado del pueblo cuando los impuesto carecen de transparencia al ser erogados? Hay una moral acomodaticia y “sexenal” cubriendo el currículum político de los integrantes de la clase política de Tabasco. Así distinguimos que el “honor político” tiene valoraciones diferentes en 1988 con la caída del sistema, 1994 con el voto del miedo y el exorbitante gasto de campaña, 2000 con la derrota presidencial del PRI y 2006 con el final dudoso. El repudio en 1992 a Salvador José Neme Castillo se transforma hoy en la adversidad que provocó la caída de un virtuoso. La acción reivindicatoria del “nemismo” era válida y necesaria, como fuerza de equilibrio contra el “neomadracisto o robertismo” antropófago de la clase política priista. Ninguna corriente dentro del PRI ha dejado tantos liderazgos fuera como el “neomadracismo”. Ningún juicio ha sido tan severo como el realizado “nemismo”. Unos entierran y otros reivindican a su padre.

Otros optaron por crecer a la sombra del caudillo político, sumándose incondicionalmente, al grado de justificar la incongruencia, la violencia, el fraude, el ilícito, el triunfo tramposo, llamando cualidad al perfil atávico y calificando de ignorancia las convocatorias a la dignificación de la política.

La falta de acuerdo no es por la ausencia de ideas sino de “seres humanos”. Diré: ¡profundamente humanos! El político-antropófago asume el éxito como un proceso de despersonalización donde es válido simular virtudes. La despersonalización del ser humano es el origen del autismo o disemia del gobernante.

La descalificación del adversario argumentada para no dialogar políticamente, es auto-reconocerse tácitamente débil psicológico para la interacción constructiva. Se asumen débiles, inoperantes, incapaces de “influir”, es decir, son analfabetas sociales en contraposición al concepto de inteligencia social.

Es válida cualquier convocatoria a construir y será legítima si es plural, tolerante, incluyente y democrática. La “Democracia” es el acuerdo de los opuestos. Si para estar uno debe prescindirse de otro estamos en el sendero del autoritarismo, el totalitarismos o la dictadura. Debemos acordar, disentir pero no excluir.

Comentarios:rileca8@yahoo.com.mx http://www.ricardoleoncaraveo.blogspot.com/

Del reglamento y su vigencia

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