miércoles, 28 de marzo de 2012

Patología en el Poder Público / “Síndrome de Hybris”

Por Ricardo León Caraveo
En nombre de la política, indebidamente, se justifican como normales conductas que realmente son trastornos psicológicos o neurológicos. Algunas tienen solución con terapias o tratamientos químicos, sin embargo hay otras congénitas; las primeras están supeditadas a la motivación y las segundas a la naturaleza del ser humano específico. Cualquier elector, en el desempeño público o privado, familiar o profesional, debe para una adecuada “toma de decisiones”, integrar en sus alternativas el factor de la naturaleza humana.
El poder público puede ser un detonante de padecimientos mentales, definido como “Síndrome de Hybris”, por David Owen, en el libro “En el Poder y en la Enfermedad”; es decir, la desmesura del titular del poder público. David E. Cooper, refiere al respecto: “exceso de confianza en uno mismo, una actitud de mandar a freír espárragos a la autoridad y rechazar de entrada adversidades y consejos, tomándose a uno mismo como modelo” (Owen, 2009).
El contexto para que suceda es la poca madurez psicológica en una personalidad esquizoide (es decir, con un mundo interior sobredimensionado y una afectividad anómala). Si a ello le añadimos escasa formación cultural, una preparación humana frágil y circunstancias adversas podemos ver a políticos en esta situación, prácticamente, rozando el esperpento (Forneiro).
La neurociencia parece un paliativo para depurar a la clase política corrupta y corruptora que tanto daño ha ocasionado a la sociedad posmoderna y retrasa la transmodernidad. Imaginemos acostados en un poderoso aparato de resonancia magnética -con un cuestionario de juicios morales alternos- a los presidentes y gobernadores de la era del partido hegemónico sustentando tesis de democracia, honestidad, cambio social responsable y moralidad. ¿Dirán la verdad? ¿Tendrán lesión cerebral? (Caraveo, 2010).
Las características del Síndrome de Hybris o Hibris (Owen, 2009) son:
1)      Inclinación narcisista a ver el mundo, primordialmente como un escenario en el que pueden ejercer su poder y buscar la gloria, en vez de un lugar con problemas que requieren un planteamiento pragmático y no autorreferencial.
2)      Predisposición a realizar acciones que tengan probabilidades de situarlos a una luz favorable, es decir, de dar una buena imagen de ellos;
3)      Preocupación desproporcionada por la imagen y la presentación;
4)      Forma mesiánica de hablar de lo que están haciendo y tendencia a la exaltación;
5)      Identificación de sí mismo con el Estado hasta el punto de considerar idénticos los intereses y perspectivas de ambos;
6)      Tendencia a hablar de si mismo en tercera persona o utilizar el mayestático nosotros;
7)      Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio del consejo y la crítica ajenos;
8)  Exagerada creencia –rayando en un sentimiento omnipotencia- en lo que pueden conseguir personalmente;
9)      Creencia de ser responsable no ante el tribunal terrenal de sus colegas o de la opinión pública, sino ante un tribunal mucho más alto: la Historia o Dios;
10)  Creencia inamovible de que en ese tribunal serán justificados;
11)  Inquietud, irreflexión e impulsividad;
12)  Pérdida de contacto con la realidad, a menos unida a un progresivo aislamiento;
13)  Tendencia a permitir que su “visión amplia”, en especial su convicción por la rectitud moral de una línea de actuación, haga innecesario considerar otros aspectos de ésta; tales como su viabilidad, u coste y la posibilidad de obtener resultados no deseados; una obstinada negativa a cambiar de rumbo;
14) Un tipo de incompetencia para ejecutar una política que podría denominarse incompetencia propia de la hybris. Es aquí donde se tuercen las cosas, precisamente porque el exceso de confianza ha llevado al líder a no tomarse la molestia de preocuparse por los aspectos prácticos de una directriz política. Puede darse una falta de atención al detalle, aliada quizá a una naturaleza negligente.
Hay que distinguir la incompetencia de Hybris y la común en el trabajo necesariamente detallado, que implican cuestiones complejas, pero cometiendo errores en la toma de decisiones (Owen, 2009). Además, la acción política está en el contexto de la psicología social y organizacional, por lo que el “pensamiento grupal” forma parte de su esencia, como lo podemos inferir de sus características (Díez, 2011):
1) La armonía en el  grupo es consecuencia de evitar argumentos o cuestionamientos desagradables a sus integrantes.
2) El interés por evitar los conflictos y las disputas es tan grande que el grupo pierde contacto con la realidad.
3)  Esto sucede cuando están aislados de grupos con opiniones contrarias y tienen líderes o dirigentes muy directivos-coercitivos que dejan claro cuáles son sus preferencias o deseos personales.

El pensamiento grupal es la denominación de un fenómeno errático en la toma de decisiones colectivas militares, científicas, políticas y de seguridad nacional.
Con esta exposición es claro que los seres humanos y los grupos, en ciertos contextos, tienen un alto grado de tener resultados fatales o erráticos. Enferma el ser humano en el ejercicio del poder pero también las camarillas, los “equipos políticos”, los gabinetes y los comités de dirección política.
El pensamiento grupal es un contexto muy propicio para que surja el “Síndrome de Hybris o Hibris”, también denominado por analogía “El Síndrome de la Monclova”[1]. Los psicólogos coinciden en señalar que los rasgos dominantes de personalidad se manifiestan a los 18 años, por lo que es importante conocer la juventud de esos que aspiran a los cargos públicos como la Presidencia de la República.
El alcoholismo, la promiscuidad sexual, la drogadicción y las conductas maniaco depresivas, son particularidades que en ocasiones, acompañan al “Síndrome del Hybris” dependiendo de la personalidad.
Observemos detenidamente nuestro entorno: gobernantes estatales y federales, congresistas estatales y federales o funcionarios municipales. Analicemos a los dirigentes de los partidos políticos en los que militamos o simplemente con nuestra condición de ciudadanos, desentrañemos la naturaleza humana de la clase política tratando de responder: ¿Sanos o enfermos?
El enfermo no se hace en el poder público, proviene de una historia personal donde prevalece: mezquindad, disfuncionalidad, ausencia de afectos, nula inteligencia emocional y social. En específico los “compra-voto” son anti-demócratas, entrañan también emociones enfermas individual y grupalmente. La administración pública federal, estatal y municipal tiene una copiosa representación de “Síndrome de Hybris” (menos mal que no es viral) y pensamiento grupal.
La falta de mesura en el ejercicio del poder público o “Síndrome de Hybris” tiene consecuencias: el nepotismo, el amiguismo y el influyentísmo. Estas prácticas son propias de quien padece lo que también se denomina coloquialmente “borrachera del poder” o “Síndrome de Hybris”.

 Referencia Bibliográfica
Caraveo, R. L. (18 de julio de 2010). http://ricardoleoncaraveo.blogspot.mx. Recuperado el 25 de marzo de 2012, de http://ricardoleoncaraveo.blogspot.mx/2010/06/la-lesion-cerebral-de-maquiavelo.html
Díez, F. (2011). http://paginaspersonales.deusto.es. Recuperado el 25 de marzo de 2012, de http://paginaspersonales.deusto.es/fdiez/Documentos%20social/PSO13.pdf
Forneiro, J. C. (s.f.). http://www.josecabreraforneiro.es. Recuperado el 2012 de marzo de 25 , de http://www.josecabreraforneiro.es/pdf/54.pdf
Owen, D. (2009). En el Poder y en la enfermedad. Madrid, España: Siruela.



5 comentarios:

  1. estás pesado Caraveo, muy interesante lo que analizas y sintetizas en este artículo de opinión, haces replantearnos el hecho de que si bien cuestionamos la preparación de un candidato para ocupar un puesto político, nosotros, los electores, carecemos de la misma preparación para discernir entre lo que nos puede convenir o no, o ya en términos más terrenales, solo sabemos que no sabemos nada y elegimos nomás porque sí.

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  2. Excelente ¡¡¡ gracias por compartirlo ¡¡¡.. Ruben Mario

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  3. excelente atticulo amigo me toco vivir de cerca esa enfermedad con un ex amigo en el poder que se mandaba hacer guayaberas de cuadros y rayas que parecian pijamas !! y el se sentia unico..jaaa tambien me toco ayudarlo a xambiar du lugar la sala de au depa 30 veces!!! totalmente maniaco pero a la vez me moria de la risa al ver tanta enfermedad

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  4. excelente atticulo amigo me toco vivir de cerca esa enfermedad con un ex amigo en el poder que se mandaba hacer guayaberas de cuadros y rayas que parecian pijamas !! y el se sentia unico..jaaa tambien me toco ayudarlo a xambiar du lugar la sala de au depa 30 veces!!! totalmente maniaco pero a la vez me moria de la risa al ver tanta enfermedad

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