lunes, 13 de septiembre de 2010

Congreso: “La Cárcel Política”

No recuerdo quién fue –palabras más o palabras menos- el que dijo: “Dime la calidad de tu parlamento y te diré cuál es la calidad de tu democracia”. El congreso, parlamento o asamblea es el centro generador del progreso político institucional porque ningún otro ámbito del poder público permite la confrontación ideológica y creación directa de soluciones por medio de leyes.


La democracia se legitima en la participación que instituida en mandato parlamentario legaliza las aspiraciones de los factores reales de poder integradores del Estado. El congreso es el espacio político constructor de la cohesión social.

La convivencia de las fuerzas políticas debe estar sustentada en reglas claras, es decir, especificar derechos y obligaciones para todos los actores políticos, sustentar por medio de la investigación el trabajo parlamentario, tener una estructura fortalecedora de la actividad legislativa y de los representantes populares con independencia de orígenes ideológicos, partidistas o condición social. Transitar de la politización a la profesionalización parlamentaria a 100 años de Revolución y 200 años de la Independencia es una deuda histórica que fisura la Fiesta del Bicentenario. ¿Para qué tanta lucha armada si las instituciones son “históricamente” deficientes?

El 2 de julio de 2000 atestiguamos el fruto de un proceso histórico político electoral iniciado en la década de los sesenta (1963/1972) con los diputados de partido y consecuentemente la Reforma impulsada por López Portillo-Reyes Heróles (1977/sistema mixto) instituyendo el Principio de Representación Proporcional proveniente de la tradición parlamentaria Suiza, la Contra-reforma de la Madrid-Bartlet (1987) garantizando la mayoría absoluta al partido hegemónico (cláusula de gobernabilidad), la reforma de apertura en el salinato (1991/1993) y de Ernesto Zedillo Ponce de León en 1996. Pocos avances han podido impulsar Vicente Fox y Felipe Calderón por no tener mayoría en el Congreso de la Unión.

El Presidencialismo Exacerbado fue derribado en el 2000 transfiriendo los modelos hegemónicos al Congreso de la Unión y a las entidades federativas. Diego Fernández de Cevallos en 1994 dijo: “el PRI y el ex-PRI son caras de la misma moneda”, esta sentencia política panista tiene vigencia después del 2000. El proyecto histórico del PAN está saboteado por las fuerzas hegemónicas atrincheradas en las entidades federativas en cacicazgos y camarillas dominantes internas del priismo vocación antidemocrática por eso más de la mitad de las entidades federativas continúan gobernadas por PRI. Los 81 años de dominación local reflejan la recia vocación antidemocrática y hegemónica de los sistemas políticos estatales.

Existen diferencias de fondo entre los sistemas administrativos, electorales, judiciales, parlamentarios, fiscales, de rendición de cuentas, transparencia y acceso a la información de los ámbitos Federal y estatal. Vivimos tres realidades políticas en una misma geografía.

No es extraño en ese contexto que los congresos en las entidades federativas estén convertidos en ancla que impide el desarrollo político al prevalecer leyes orgánicas de poderes legislativos estructuralmente ineficaces, ambiguas en los derechos y obligaciones, contradictorias, sin técnica legislativa, diseños normativos caprichosos, inhibidoras del debate, simuladoras del trabajo legislativo y en conjunto cárceles políticas de los legisladores. Las legislaturas cada tres años se reinventan a sí mismas ante la ausencia de una adecuada organización profesional de los poderes legislativos locales.

¿A quién beneficia un congreso políticamente inoperante? Solo a las clases y camarillas políticas locales dominantes conservadoras de privilegios. La lucha por la democracia tiene en los congresos locales batallas políticas necesarias para un avance integral que permita generar los grandes cambios nacionales.

Los partidos minoritarios irresponsablemente han adoptado actitudes acomodaticias económicas y políticas creando una ilusión democrática pero lo cierto es que no hay cambios sustanciale

Del reglamento y su vigencia

  Los reglamentos son normas generales, impersonales, abstractas y heterónomas, es decir, comparten las características de una ley, pero a d...