domingo, 27 de febrero de 2011

El sentido correcto del Voto



Lo que permite la permanencia del PRI en el poder público en Tabasco no es la eficacia de sus gobiernos, sino lo acertivo de la “culturización” consecuencia de los diferentes grados de dominación.

La clase política tiene periferias y en su núcleo decide cuáles de sus integrantes estarán en posiciones de mando para controlar a las capas sociales más bajas. La popularidad no nace de estratos sociales bajos hacia arriba, sino de arriba hacia abajo.




Andrés Manuel López Obrador, un líder social controvertido, incongruente y contradictorio, hizo raíz cuando la clase gobernante decidió incrustarlo dentro del sistema atendiendo los asuntos indígenas. De arriba hacia abajo, logró penetrar en lo más recóndito del tejido social y levantar simpatías irrenunciables. El acérrimo enemigo de los priistas tabasqueños militó en el PRI más por un fenómeno de culturización que de convicciones.

La llamada maquinaria electoral del PRI como le dice el lenguaje común del ciudadano, no es otra cosa que un entramado de mandos verticales, sustentado en componendas, donde prevalece la complicidad y no la capacidad.




El sistema es antropófago, su funcionalidad política depende de su ineficacia administrativa, haciendo del estado una enorme proveeduría a corto plazo pero sin propuestas de largo plazo. Pretender un cambio es luchar contra una serie de vivencias, experiencias, ideas, creencias y prácticas justificadoras de sus acciones. Se justifica por qué actuó así pero no se reflexiona el por qué en uno u otro sentido.

La subcultura priista dentro de la cultura mexicana, durante décadas se rindió culto asimismo, por ejemplo: Villahermosa tiene dos estatuas de Carlos Madrazo y una de Salvador Neme Castillo, desdeñando a personas de la talla de Andrés Iduarte, Félix Fulgencio Palavicini o Rafael Martínez de Escobar.

Las Madrazo y Neme tiene estatuas, no por un reconocimiento público sino por un fenómeno de fuerza política circunstancial. Fue el neomadracismo el que derribó en 1992 a Neme.

Las generaciones que hemos vivido en ciudades, municipios y estados gobernados por PRI, estamos “culturizados” por esa mole. El incremento de los niveles educativos de la población permite liberarse del PRI y la simulación intelectual lo fortalece. No es raro que los estados que han tenido alternancia política tengan mejores perspectivas económicas.

El PRI no es oposición por el contrario es cogobierno federal parlamentario, por ello no están eximidos de responsabilidades. La constante de los gobiernos estatales priistas es hacer a los gobernadores el epicentro político debilitando los congresos estatales y del sistema de partidos, en detrimento y alergatamiento del desarrollo democrático.

La fuerza de votos es necesario impulsar el cambio político. La apatía da vida al tricolor y anular el voto no da un mensaje, por el contrario es fortalecer los esquemas de impunidad y freno democrático que son el espacio de permanencia del PRI.

El rumbo correcto del voto es no otorgárselo al PRI, el sentido debe ser preferir hombres sobre partidos y partidos sobre caudillismo. A más de ochenta años de permanencia debemos comprender que la fuerza del PRI está en nuestras creencias, en la subucultura fomentada por y desde los grupos de dominación (Weber) . El poder es una idea que toma fuerza en la colectividad y al cambiarla  la mayoría el sistema tiene posibilidades de crecimiento social, político y económico.


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