lunes, 14 de marzo de 2011

POLÍTICA CON PRINCIPIOS

Por Ricardo León Caraveo


  • Corrupción política deriva de la inmadurez psicológica.
  • Sí se puede ser honesto en política

¿Cuáles son los valores en política? ¿Son practicables o es una ingenuidad? ¿En dónde radica lo difícil de ser un político con principios? ¿Dónde está la congruencia en política? Las respuestas a estos cuestionamientos rectificarían muchas prácticas de las clase gobernante, que denomina naturaleza política lo que en realidad es degradación humana.

Los especialistas en la educación y fomento de valores o axiología, coinciden en que hay valores que son orígen de otros, es decir, derivados. Un elemental principio de autoestima nos ubica, en la autoimagen y auto-concepto, así el ser humano que no tiene consideración consigo mismo es imposible que la tenga con otros.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”, el meollo es cuando no se ha tenido la capacidad de amarse o reconocerse como ser humano. El debate de la práctica de valores en política se dirime desde perspectivas filosóficas, en esa tesitura estoy profundamente convencido que sí se puede conducir un político dentro de los márgenes de la rectitud.

La renuncia a los valores ha traído como consecuencia una doble agenda en la que se justifica el divorcio entre el decir y el hacer, entre la campaña de promesas y el gobierno saturado de hechos contradictorios a lo propuesto.

Hay quienes practican la política como sinónimo de manipulación, consciente de que al final del camino la crítica y el descrédito tiene un elemento compensatorio en las cuentas de banco y propiedades. La política reducida a un incremento de beneficios económicos donde es permisible, engañar, robar, falsificar, victimizar y toda acción que tenga como finalidad preservar al “poder a costa de lo que sea” porque “así es la política”.

La mentira como un método de ascenso, mantenimiento e impunidad, este es trasversal, sin nacionalidad y de ideología circunstancial. En este camino se vale todo, el ser humano debe reducirse a ser el producto que desean las masas, el punto de partida de la manipulación de las masas es construir lo que no se es. Se dice honesto pero se es corrupto, se asume ciudadano pero realmente es un depredador del poder político y del presupuesto.

Esas deficiencias en la política lo son de la personalidad humana porque también las podemos entender como un ser humano que renuncia a su dignidad y racionalidad para conseguir por todos los medios un puñado de monedas o como el ser humano que vive una fantasía construida con mentiras porque su verdad psicológica es la nada ontológica.

Sí se pude ser político y honesto, claro que sí, de la misma forma que se puede en cualquier otra actividad, el elemento/ingrediente para esta fusión es la voluntad. El fracaso de los políticos está precedido por sus propios fracasos humanos (divorcios, drogas, alcohol, infidelidades, síndrome de Hybris, etc.). Es la conservación de privilegios, de una parte de las clases sociales acomodadas, el impedimento del ejercicio honesto del poder público. Un pueblo susceptible de ser corrompido lo es también de ser dominado.

La deshonestidad y la justificación o excusa en la frase “así es la política”, realmente es una ideologización o culturización estimulante para la claudicación de los intentos de cambio social. Es elemento de un razonamiento de “necesariato” de una clase dominante impune y abusiva, que vive de las ineficacias del poder público.

El voto es la herramienta fundamental para derribar y desterrar esas justificaciones, manteniendo la dominación de las pandillas y camarillas dedicadas a la actividad política como un modus vivendi donde prevalece la corrupción. Si esto fuera lo único posible en política, no existiría el progreso de las naciones. Los mexicanos debemos decidirnos a ser honestos.

La política con principios, inicia en la madurez psicológica; en la rectitud de conciencia y no en la lucidez de intelecto. La incongruencia se descubre, es decir, de origen era inexistente lo congruente. ¿Cómo acabamos con la corrupción? Cada elección es una oportunidad de combatirla, cada instante es una ocasión para fomentarle y cada mexicano tiene la obligación de construirla. La neurología moderna (neurociencias) ha detectado que el corrupto tiene lesión cerebral; así que con toda propiedad y veracidad podemos sentenciar "el corrupto está mal de la cabeza".

http://neurocienciasycoaching.ning.com/notes/Por_qu%C3%A9_la_corrupci%C3%B3n_es_tan_normal
http://es.scribd.com/doc/34324535/Corrupcion-Cerebro-y-Sentimientos-Una-indagacion-neuropsicologica-en-torno-a-la-corrupcion

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