viernes, 1 de octubre de 2021

Elecciones 2020-2021 ¿Pluralismo o presidencialismo hegemónico? División de Poderes y organismos constitucionales autónomos


"Si los jóvenes supieran, si los viejos pudieran".

Daniel Cosío Villegas

Las elecciones del 2021 son resultado del proceso realizado en un marco jurídico democrático legitimado con el 53% de participación ciudadana, susceptible de ser perfectible. Es una expresión de pluralidad, atemperada por las fortalezas y debilidades del sistema de partidos, pero con la posibilidad de candidaturas independientes.

Esta jornada democrática, plural y participativa implicó la instalación de 163 mil casillas, integradas por un millón 469 mil ciudadanas y ciudadanos que fueron funcionarios, con 20 mil 792 cargos de elección popular en disputa, 636 candidatos independientes, 49 millones 107 mil 009 votantes, 11 entidades federativas tuvieron voto extranjero con 33 mil 698 inscritos y 4 mil 879 observadoras y observadores electorales. Las elecciones fueron concurrentes en las 32 entidades del país. En el caso de las 15 gubernaturas renovadas, 9 eligieron mediante voto en el extranjero (Instituto Nacional Electoral, 2021).

Destaca la prueba piloto de 100 urnas electrónicas instaladas, 50 en Coahuila y 50 en Jalisco, con el objetivo de corroborar los beneficios de las tecnologías del empoderamiento ciudadano. ¿Cuáles serán los beneficios? Resultados más rápidos, altos estándares de seguridad porque para garantizar la integridad del votos los datos son cifrados, amigable con el ambiente por el ahorro en el consumo de papel, igual garantía de la boleta impresa, es impreso un testigo, y los votos no viajan por internet sino son encriptados en las urnas. En 2020 a 7 de cada 10 votantes generó confianza (INETV, 2021).

El INE es susceptible de reforma, como cualquier ente público. El sector público es por naturaleza dinámico. Debemos acudir al debate de cualquier con apertura y propuestas. En 1989 Manuel Atienza, consideraba para el diseño normativo las racionalidades: lingüística, jurídico formal, pragmática, teleológica y ética. Otro interesante planteamiento es del denominado: cuestionario azul (Coderch, 2021), consistente en una lista de preguntas que detonan el pensamiento crítico sobre el tema.

Debemos estar a favor de los hechos que nos inviten u orillen a la reflexión, a realizar ésta con método (pensamiento crítico) y apertura.

Las elecciones del 2020, son la antítesis del presidencialismo hegemónico que consistió en que el titular del Ejecutivo Federal era el jefe de estado, jefe de gobierno, jefe de supremo de la fuerzas armadas y jefe político del partido oficial, este último tuvo durante décadas los triunfos en todos los distritos electorales, es decir, tuvo el pleno control de los congresos federales y locales, presidencias municipales, gubernaturas, y presidencias de la República.

Adolfo Ruíz Cortines, decía que los gobernadores y senadores eran decisión del presidente, los diputados federales de los sectores (agrario, obrero y popular del PRI), los congresos locales de los gobernadores y los presidentes municipales del pueblo. A lo que habría que agregar que los presidentes municipales eran del pueblo siempre y cuando fueran candidatos del Partido Revolucionario Institucional.

El presidencialismo hegemónico, estuvo acompañado de dislates en las tomas de decisiones presidenciables y de una sacralización de la institución presidencial. En temas de análisis políticos, México se distinguió por no coincidir con los conceptos de totalitarismo o autoritarismo, porque matizó el poder público al permitir la participación política siempre y cuando estuviera subordinada a los intereses del poder político y al sexenal estilo personal de gobernar, en caso contrario se imponía la voluntad con la fuerza e incluso con las desaparición forzada.

Daniel Cosio Villegas, decía que en México no había República, por el contrario, era: "Monarquía Absoluta Sexenal y Hereditaria en Línea Transversal". Mario Vargas Llosa, señalo: “México es la dictadura perfecta, no es el comunismo no es la Unión Soviética no es Fidel Castro es México”. Octavio Paz, califica al régimen como la dominación hegemónica de partido político. Maurice Duverger, señala que se está más cerca de la dictadura cuando un partido dominante monopoliza la representación política como en México.

El estado hegemónico o PRI, porque no intelectualmente correcto al referirse a etapa histórica, separa al PRI del Estado porque en la práctica era una unidad política, con la capacidad de captar a sus críticos, sobornar opositores e intelectuales y tener una prensa a su servicio que funcionaba como instrumento de legitimación, adulación o justificación.

A la par hubo quienes perdieron la vida en la lucha social o política, y otros que sobrevivieron a la denominada etapa de la guerra sucia en los sesenta y setenta. Es irreparable ver a Carlos Fuentes, defender a Luis Echeverría Álvarez, después del sangriento 10 de junio de 1971, denominado también “El Halconazo”. También hubo hombre y mujeres valiosas para la transformación política y social del país.

El Estado hegemónico reducía la democracia, a un diálogo de dos porque el presidente en funciones era quien decidía y le decía al sucesor. De ahí surgen expresiones como tapado, dedazo o gran elector. Con la misma verticalidad eran decididas los demás cargos de elección popular y en consecuencia las designaciones del sector público.

Arnaldo Córdova, el nuevo régimen se fundó en un sistema de gobierno paternalista y autoritario que se institucionalizó a través de los años, dotando al Ejecutivo de poderes extraordinarios, del autoritarismo derivado del carisma del caudillo revolucionario, pasó al autoritarismo del cargo institucional de la Presidencia de la República y el partido oficial.

El México posrevolucionario prescinde del latifundio y da cabida a campesino, obrero y militares, dando paso a una burguesía burocrática edificada sobre una cadena de complicidades y corrupciones, donde sólo 250 familias aproximadamente conservaron el poder político y económico. Pepe Bulnes destaca la transformación de militares en empresarios. El valor ideológico del estado hegemónico fue la corrupción, asociada a cada uno de los presidentes de México desde Obregón hasta Enrique Peña Nieto.

Quienes pretenden calificar el actual régimen como hegemónico, parten de premisas equivocadas. Lo cierto es que estamos ante un momento inédito donde el líder social más importante de la historia contemporánea de México, es titular del Poder Ejecutivo del Estado y a la institución presidencial le ha impuesto con la legitimidad y legalidad de su origen electoral (fundamentos del poder político) nuevas formas y procedimientos que rompen con la tradición aristocrática, hegemónica y dictatorial.

Morena ha tenido un ascenso al poder público por medio del triunfo electoral, consecuencia de la crisis ideológica del sistema de partidos políticos, donde el denominado partido oficial logro dominar las cúpulas de los otros partidos, es decir, quiso adoptar una nueva modalidad dentro de su tradición hegemónica.

La alianza del PRI, PAN y PRD, es en los hechos la confirmación de los reiterados señalamientos, que se habían logrado acuerdos cupulares que marginaron el sentir de sus votantes o afiliados, pero también evidencia la falta de propuestas en cada uno y el debilitamiento de sus fortalezas electorales. Esto es importante, para denominar o no, como plurales los resultados electorales.

Lo anterior, porque parece que el país estuviera segmentado entre los simpatizantes del movimiento histórico encabezado por López Obrador y los que están en contra. Los argumentos de una izquierda que carecía de propuesta para gobernar, ahora son aplicables a sus opositores que juntos o por separado no han construido un discurso político y proyecto de gobierno confiable ante el electorado.

Mientras las cúpulas gobernaban de acuerdo a la tradición hegemónica, construyendo una plutocracia económica a partir de una burguesía burocrática partidistas, Andrés Manuel López Obrador, construía un liderazgo social recorriendo todos los municipios del país en varias ocasiones y durante décadas. De un liderazgo local en los setenta y ochenta, transitó en los noventa y las primeras dos décadas del siglo XXI a ser un líder nacional, un opositor fuerte, una propuesta antisistema, y en consecuencia, Presidente de México.

El anhelo tecnocrático de una persona académicamente formada, con calificaciones altas y posgrados en el país o en el extranjero, como garantía de éxito del político o estadista contemporáneo, tiene su antítesis, en un líder social, formado por el poeta Carlos Pellicer, con la experiencia de haber vivido y trabajado en y por comunidades marginadas e indígenas, fundado y presidido dos partidos político nacionales y haber sido Jefe de Gobierno. Por decirlo de otra manera, la formación académica como garantía de ascenso al poder público, es un hecho distinto, al liderazgo social o luchador social. De hecho, el segmento donde se forma y tiene sus inicios Andrés Manuel en el PRI, es al que se identifica como el traicionado y marginado por la jerarquía posrevolucionaria y tecnócrata.

El pluralismo que implica la libre participación de grupos y personas, se ha cumplido en el marco de unas reglas democráticas susceptibles de ser perfectibles, teniendo el elemento innovador de una institución presidencial en manos de un líder y luchador social y una inédita transformación (estructural e ideológica) del sistema de partido político.

Lo anterior no implica el aniquilamiento de la civilización técnica y tecnocracia, porque la complejidad de los problemas implica la “complejidad de la toma de decisiones”, por ello la necesidad de la revocación de mandato, referéndum, plebiscito y la participación ciudadana permanente.

El Poder Público y su diseño tradicional en ejecutivo, legislativo y judicial, está desde hace varias décadas en revisión y el Poder Legislativo, integrado con las cámaras de diputados y senadores, que debería ser un contrapeso para la toma de decisiones, cedió su liberad deliberativa al presidencialismo del Estado hegemónico, por conveniencia o lo que resulta un crimen de lesa humanidad, vendiendo la dignidad.

En las actuales circunstancias, son muy pocos los que desde la oposición pueden dar un debate ideológico y político en los plenos de las cámaras de diputados y senadores, por lo que la división de poderes está a prueba. Ha sido acertada la reforma para la reelección de los legisladores porque permitirá la profesionalización de sus integrantes y se espera que el nivel de compromiso con sus electores.

Los partidos políticos con presencia en el Poder Legislativo, deben integrar una agenda de trabajo, donde se incluyan temas como la disminución de diputaciones plurinominales, que bien podría ser por lista única como está la Cámara de Senadores, la segunda vuelta electoral, la redefinición de la fórmula de participaciones federales con criterios menos ideologizados o partidizados desarrollada a partir del libre comercio, fortalecer los mecanismos de fiscalización, reformar los Órganos Constitucionales Autónomos y otros temas.

Debemos estar conscientes, que la voluntad mayoritaria quiere un cambio de régimen, esto fue lo que no entendió Francisco I. Madero en su momento. Actualmente, esto implica mecanismos que permitan la movilidad social, una redistribución del ingreso, seguridad social, servicios médicos, mejorar la calidad de la educación y hacerla accesible a todas y todos. El no entender el reclamo social personificado en Villa y Zapata, ocasionó el fracaso del movimiento revolucionario y el inicio de la rebelión. Al perder la legitimidad al gobernar, sobreviene la traición.

El Poder Judicial también ha estado sujeto a reformas y su desempeño ha sido cuestionado por la corrupción, simultáneamente es el más tecnócrata de los poderes públicos y puede resultar el más insensible. El derecho no debe descansar sólo en el intelecto, sino en la rectitud de consciencia. El gran reto de los poderes públicos es el mutuo respeto de sus ámbitos de competencia y la toma de decisiones.

La dinámica compleja del estado moderno, ha generado el nacimiento de los denominados Órganos Constitucionales Autónomos, que algunos quieren ver como una cuarta división del Poder Público, pero no comparto ese criterio.

Los Órganos Constitucionales Autónomos son por su naturaleza: especializados y por lo tanto tecnócratas. Debemos partir de la consideración de que todas las actividades públicas están supeditadas a la condición humana. La agenda de un buen gobierno descansa sobre habilidades y competencias intelectuales y profesionales, pero un desempeño transformador y exitoso está vinculado a la inteligencia emocional, capacidad autodidacta y toma de decisiones.

IMCO, señala en el estudio Compara Carrera 2017, lo siguiente: En el futuro, la empleabilidad dependerá menos de lo que sabemos y más de nuestra capacidad de aprender, adaptar y ejecutar. Agrega, que las competencias valoradas por el mercado laboral han cambiado e identifica: creatividad, inteligencia emocional y flexibilidad cognitiva.

Antonio Damasio, sostiene que los circuitos de razonamientos y emociones son los mismos, pero con sinapsis diferentes. Lo correcto, es decir: “siento luego existo” y estar conscientes que el racionalismo descansa sobre emociones funcionales o disfuncionales. Un racionalismo carente de emociones es una desconexión moral de nuestra calidad de seres humanos y la imposibilidad de empatizar con los otros.

Al reflexionar sobre las instituciones jurídico políticas de nuestro país, es necesario hacerlo también sobre la condición humana. Nos debería ocupar en un país con las características de México, la desconexión moral o indiferencia de la condición humana de nuestros semejantes y la repugnancia o temor obsesivo a la pobreza, denominada como aporofobia.

En un país de instituciones, éstas deben satisfacer las necesidades de todas y todos, la democracia debe ser el medio eficaz contra la plutocracia económica que nace del estado liberal, en los términos expuestos por Maurice Duverger9.

Las mediciones económicas deben ser revisadas, en estructura y contenido, porque algo no debe estar bien cuando los números macroeconómicos dicen que vamos bien, y millones padecen hambre, carecen de escuelas o servicios de salud. El país requiere ciudades modernas, pero sin abandonar a las zonas rurales.

Ante estos grandes y graves problemas nacionales, los Órganos Constitucionales Autónomos adquieren una relevancia transcendental, por ello es necesario revisar el marco jurídico que les da origen y dotarlos uniformidad a los elementos esenciales.

La libre configuración legislativa de las entidades federativas debe coexistir con el respeto a la autonomía técnica y financiera que la especialización de sus funciones impone. En el desempeño de sus funciones, debe acreditar transparencia y rendición de cuentas, así como un manejo pulcro del presupuesto.

En los órganos garantes de transparencia del país, es necesario:

1. La uniformidad conceptual de la figura de órgano constitucional autónomo.

2. Reconocer la libertad reglamentaria interna y la reglamentaria de la las leyes de transparencia local.

3. Valorar objetivamente, la factibilidad de los Consejos Consultivos, adoptado un modelo que permita su implementación en cada entidad federativa del país.

4. Requerimos, un padrón único de sujetos obligados, que sea jurídicamente determinado por el Órgano Garante nacional y locales.

5. Trimestralmente se debe dar a conocer el cumplimiento de la carga de obligaciones de transparencia de los sujetos obligados por entidad federativa con un análisis anual nacional. Sin eliminar las verificaciones de contenidos de las obligaciones de los sujetos obligados.

6. Establecer mecanismos de transparencia para los sujetos obligados que por geografía no tienen acceso a internet. Nos referimos a los municipios.

7. Debemos abandonar el modelo jurisdiccional e impulsar el de transparencia proactiva y gobierno abierto. Es decir, identificar los mecanismos para que la información esté disponible y la presentación de solicitudes y recursos, sea la excepción.

8. Debe eliminarse la prohibición de información ah doc, debe prevalecer el derecho del ciudadano a tener acceso a la información, y porque al ser suya cualquier restricción agravia.

9. Los Órganos Garantes deben implementar programas, presupuesto basado en resultados y evaluación de desempeño.

10. Debemos impulsar la certificación y profesionalización de habilidades y competencias en transparencia, verificación y datos personales.

11. Jurídicamente deben existir relación institucionalizada entre los Órganos Garantes de transparencia y los responsables de las áreas de archivos públicos, en los ámbitos federal, estatal y municipal.

12. La transparencia debe ser un elemento práctico para las personas.

13. Debemos transitar el debate de asignación presupuestal al de desempeño y presupuesto basado en resultados.

Los órganos gantes de la transparencia deben ser vistos como un elemento de gobernabilidad y no de confrontación. La transparencia tiene retos importantes como implementar una cultura en la que el funcionario entienda que los documentos que general, posee o trata son de interés público, es decir, de las mexicanas y mexicanos. Inclusive la transparencia no está subordinada a la acreditación de la nacionalidad.

La transparencia proactiva fortalece a los gobiernos y permite al ciudadano evaluar a sus gobernados, pero también debemos identificar el valor social que puede tener para temas de planeación, investigación y tomas de decisiones no electorales.

Estamos inmersos en la sociedad de la información, antes el cambio era para lograr la estabilidad, ahora la estabilidad es un proceso de administración de cambios permanentes, donde debemos desarrollar la resiliencia, es decir, nuestra capacidad de aprender y adaptarnos.


Los modelos civilizatorios modernos, han fracasado en la medida que marginan a segmentos de la población. Es irresponsable un presente donde conceptualicemos un futuro que denuesta o margina a segmentos de población que no tuvieron los mecanismos para vencer el determinismo geográfico, educarse y acceder a la salud, porque la corrupción de quienes deberían haberlo hecho y servirles lo impidió. ¿Dónde están las culpas y las responsabilidades?

Cito textual, a Diego Castañeda, en una parte de su ensayo La riqueza en México y su medición, publicado en la revista Nexos:

”… la desigualdad de riqueza en México en 1940 nos dice, a la luz de los niveles de desigualdad que conocemos en nuestro presente  que la desigualdad en México ha sido a lo largo del tiempo consistente; lo mismo si pensamos en términos de ingresos o de riqueza. Los estimados de 2017 de Credit Suisse colocan el 34.1 % de la riqueza en las manos del 1 % más rico de la población y el 64.4 % de la misma en el 10 % más rico. El 1% más rico de México controla una proporción mayor de la riqueza en el presente a lo que la que controlaba en 1940.

La redistribución que ha ocurrido a lo largo de casi 80 años ha sido entre los percentiles 91-99, hacia arriba al 1 % y hacia abajo al restante 90 %. Con los datos de Credit Suisse para 2017 el 70 % más pobre controla apenas el 13.6 % de la riqueza, algo no muy diferente de lo que controlaba el 90% más pobre 70 años atrás.”

En este nuestro presente, están todos los tiempos. Nuestras conciencias del pasado, con aciertos y errores, con vidas ejemplares y de negros testimonios. También nuestro futuro.

Recordando al poeta Carlos Pellicer Cámara, les comparto para reflexionar, un parte de su poema en dos imágenes:

La Patria necesita hombres más hombres 
que le hagan ver la tarde sin tristeza.
Hay tanto y lo que hay es para pocos. 
Se olvida que la Patria es para todos. 
Si el genio y la belleza entre nosotros 
fue tanto y natural,
que el recuerdo del-hombre de otros días 
nos comprometa para ser mejores.
La patria debe ser nuestra alegría
y no nuestra vergüenza por culpa de nosotros. 
Es difícil ser buenos.
Hay que ser héroes de nosotros mismos.

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