martes, 20 de enero de 2009

La Competencia de Dios

Los licenciados en derecho han destruido el sentido ético, espiritual y filosófico de la abogacía. Prostituyendo por medio de interpretaciones manidas el sentido correcto de la norma jurídica, sin demérito de quienes siendo abogados y legisladores cajean la "rectitud" por la militancia a interese mezquinos.
El de los abogados ha dejado de ser el gremio donde se encuentran los hombres cultos y virtuosos, iconos de rectitud y sabio consejo. La globalización y las previas revoluciones tecnológicas, informáticas y de comunicación, han construido un arquetipo de abogado técnico, deshumanizado y superficial.
El diario estudio y trabajo, ha sido sustituido por las relaciones públicas, evitando la confrontación de ideas en el foro dando paso a transacciones en muchas ocasiones basadas en la traición al cliente.
A la falta de conocimiento jurídico de los propios abogados -con la excusa de la especialización se han alejado de la formación integral- se suma la ligereza e irresponsabilidad con la que se legisla.
Legislan por trueque, por cumplir intereses políticos, por simulación, por demagogia, a capricho y erráticamente; deteriorando el sistema jurídico. Los abogados han sido ineficaces para detener el diluvio de las normas globalizadas.
En las universidades es frecuente encontrar a un estudiante de derecho sosteniendo que está en la facultad porque es una “profesión comodín”. Ahí están los desertores de su hogar, diseño gráfico, ingeniería, veterinaria, por mencionar algunas.
A la pregunta: ¿Qué leen? Los universitarios se miran unos a otros, como si ese hábito de la grandeza de ser abogado fuera cosa ancestral de la que no necesitan ahora. Cincuenta páginas son un insulto y quien las propone es un “traumado”. Esta generación olvida que la grandeza del alma se cultiva ¡No es de generación espontánea! Un apellido puede dar quizá un estatus en el mejor de los casos, te heredan bienes, pero el conocimiento es algo que uno “adquiere” con largas horas de dedicación.
Quienes se atienen a los nombres y bienes, están prendidos de dos banalidades, que el destino puede cambiar. Pero aun conservando nombre y bienes, si el hombre no se conquista seguramente se autodestruirá. El ocio es un inigualable espacio de perversión de la psicología y el alma.
Así que para esos jóvenes con patente de licenciados en derecho carentes del hábito de leer, de la sensatez para crecer, poseedores de un nombre y bienes; la vida carece de sentido de trascendía; es decir, no tiene nada.
En los juzgado no se construye la justicia se tramitan juicios, los jueces ya no son la voz de sabiduría sino de aberraciones. La justicia es asesinada por los abogados cuando el delincuente queda impune, la parte culpable es absuelta y la injusticia adquiere el rango de cosa juzgada.
La trama de tecnicismo es el enredo usado para justificar, la incompetencia y la corrupción. La Ley de Amparo, es la Ley para perjudicar a los Desamparados, porque en los tribunales federales hacen nugatoria –en muchos casos- la realización de la justicia.
Alimañas disfrazadas de seres para impartir de justicia, que al salir de sus oficinas van al encuentro del mejor postor para vender los proyectos de sentencia. Hombres y mujeres prostituyen su dignidad a la par, ahí la igualdad de género obra en términos absolutos.
En los pasillos de las oficinas de los tribunales federales y locales, caminan Luzbel y Belial disfrazados de “Ángeles de Luz”. Han transformados los templos de Celso, Ulpiano, Justiniano y otras grandes almas en prostíbulos simuladores de virtudes.
Con poses de intelectuales, expresan frases plagiadas de libros mal leídos. Son incapaces de estructurar coherente y congruentemente el sentido ETICO DE LA JUSTICIA. Han sintetizado la Justicia a simple proclama o manifestación de deseos.
Pero el Gran Dios de todos los hombres, al final de las vidas de esos entes les dará la lección adecuada. No hay sentencia más justa que la dada por el tiempo y no existe mejor derecho que el practicado por Dios; En esos Tribunales la competencia es plena, se aceptan todas la pruebas, se admiten todas las excepciones, y la sentencia es inatacable. En ese Tribunal tendrán la conciencia de su diminuta alma esos asesinos de la justicia. El nombre válido es “ama a tú prójimo como a ti mismo” y los bienes son los actos acordes a la Ley de Dios y simultáneamente este es el conocimiento más enriquecedor que puede tener un ser humano.
Esto me alienta, tranquiliza mi alma; porque objetivamente sé que la injusticia no quedará impune, el culpable y su pandilla serán castigados.
En este mundo, en esto que llamamos planeta tierra, el hombre se ha construido complejo, indescifrable, por un petulante ego racionalista. Los abogados no han estado ajenos a esa enfermedad del racionalismo, y la consecuencia es la deshumanización.

1 comentario:

  1. Permítame felicitarle Lic. bienvenido al mundo del blog y los post, es un deleite leerlo, su manejo del lenguaje hace que la lectura sea fluida y poco tediosa.

    Magnífico análisis sobre el derecho y sus actores, "los abogados del diablo", no sería mala idea que buscara un espacio en donde escribir una columna o un programa de radio que le deje opinar una vez a la semana.

    En hora buena.

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